Relajandome (Leah)

Llevaba poco tiempo en el colegio, ¿poco? En realidad nada, horas. Había arrojado mis maletas a un lado de la habitación, no me apetecía desempacar aún, los ánimos no me alentaban a hacerlo. No conocía el lugar, era nueva y estaba sola, lo que hacía que me sintiera un tanto insegura y ansiosa. De cualquier manera no se me daba mal socializar con la gente, por lo que esperaba conocer a alguien interesante pronto. Lo mío no era estar encerrada, mi espíritu hippie, como decía mi abuela, me llamaba, así que me decidí a conocer un poco más los alrededores del lugar, luego ya me concentraría en las instalaciones del colegio, la verdad es que tenía pinta de interesante,, como antiguo, lo que estaba bien, pues significaba nuevos dibujos para hacer. Paseé un buen rato, observando a un par de personas deambular por ahí, riendo, charlando o leyendo y llegué a una especie de lago, bastante bonito a decir verdad, me recordaba a los lagos de mi ciudad: Nota mental, tendría que ir a ese lugar de noche, con una buena luna tendría unas vistas preciosas.
El sitio estaba vacío, excepto por una chica que se encontraba recostada en el césped, la miré unos instantes, frunciendo un poco el ceño por el intenso sol y me acerqué a ella.

- Hola. - Saludé con una sonrisa.

Bien, parecía simpática de momento. Tenía miedo de haber dado con algún tipo de estirada antipática alérgica a las chicas como yo que se levantaban por las mañanas y salían con el pelo sin peinar y los primeros vaqueros que encontraba hechos un lío en el armario. Muchas veces había dado a parar con chicas así, todas, por supuesto, eran guapísimas, y bueno, esta chica lo era.

- Si, mi nombre es Leah.

Dije contestando a su pregunta. Al parecer el colegio tendría que ser bastante grande, guay, en el instituto en el que yo había estado todo el mundo se conocía, no había uno que se escapara. Resultaba estresante, pues, cosa que le sucedía a alguien, cosa de la que se enteraba todo el instituto.

- ¿Puedo sentarme?

Pregunté.

Alcé una ceja y reí ante su comentario, me había dejado media descolocada al principio. Me senté y me quité las sandalias, arrojándolas a un lado sin mucho interés en saber dónde caían. Me gustaba sentir el suelo bajo mis pies, si por mi fuera andaría la mayor parte del tiempo descalza, pero como no se podía, usaba sandalias, que era lo más fácil de quitar.

La miré cuando habló y esbocé una sonrisa de lado.

- ¿Ah, si? No sé...Mientras no sea una especie de dictadura, no creo que lo odie. - Dudé. - No me gusta que me controlen. - No es que no me gustara, es que lo odiaba. Siempre había sido independiente, desde muy pequeñita y no me gustaba que me pusieran reglas ni restricciones ya que yo no se las ponía a nadie.

Me quedé pensando en sus preguntas, en realidad no sabía bien por qué había acabado allí. Había sido más que nada por salir de mi país y conocer un poco de mundo, cosa que me encantaba, cada vez que tenía oportunidad viajaba, y...¿qué mejor oportunidad de salir y conocer que irse a estudiar fuera?. Me dolía dejar a mi abuela atrás, era lo único que me retenía, pues no tenía padres, pero sería solo un tiempo, hasta que terminara los estudios, luego volvería.

- No sé, me aburría en mi país y opté por venirme aquí, me hablaron muy bien de este colegio y decidí cambiar de aires. - Contesté. - ¿Y tú? ¿Elección propia? ¿No verdad? - Pregunté.

- Juas, entonces guay. - Dije echándome a reír al escucharla hablar de las chicas del instituto. - La verdad es que nunca me he metido en una pelea, pero creo que ellas deberían tener más cuidado conmigo. - Comenté haciéndome la malota. - De todas formas he visto a un par de rubitas, sí, se que yo también soy rubia... - Aclaré. - ... que parecía que se morirían si se les rompía una uña y después arañaban que no veas. - Bromeé.

Flexioné las piernas y las envolví con los brazos a la vez que apoyaba la barbilla en las rodillas y observé el lago sin realmente ponerle mucha atención, simplemente escuchaba lo que decía ella.

- Los padres... - Suspiré. - Lo querrás bastante para "encerrarte" aquí por él... - Comenté.

Podría parecer extraño lo que decía, pero yo nunca había sabido lo que era el amor de un padre, así que me resultaba...¿extraño? Curioso más bien. Mi abuelo mientras estuvo vivo había actuado como tal, pero seguía siendo mi abuelo, no era mi padre, el de verdad estaba vivo, por lo que en cualquier caso no lo consideraba así.