Día lluvioso [Sayuri]

Día de lluvia.¡Perfecto!
Adoraba las tormentas como aquella,de esas que teñían el cielo de gris,negro y tonalidades oscuras; no sabía por qué,pero esa afición la tenía desde niña.Cuando una pequeña normal debería asustarse temblando de miedo entre las sábanas por los fuertes relámpagos,yo me enrollaba en las mantas,caminaba hacia la ventana hasta sentarme en el alfeizar y apoyaba la mejilla en el cristal mientras contemplaba el chaparrón con fascinación.La sensación fría en la piel de mis pómulos,la humedad...simplemente,me encantaba.
Por eso andaba casi dando pequeños saltos por los pasillos tras haber sonado la sirena de mi última clase.Al pasar por los cristales miraba hacia afuera para ver cómo el exterior era azotado por una larga ventisca unida con un buen tormentón.Ya podía oler desde allí la fragancia que desprendía la tierra al mojarse lentamente,podía oír cada diminuto golpe de las gotas contra los cristales como música para mis oídos.Sonreía involuntariamente,feliz.Necesitaba sentirme así tras días algo deprimida tras la última llamada de mis padres.No hacía falta entrar en detalles.Solamente,tras hablar con ellos,me sentí sola.
Desterré esos recuerdos de mi cabeza con una cabezada,siguiendo mi camino por los pasillos en penumbra (ya no quedaba casi nadie por allí,todos habían corrido lo más lejos posible de su pupitre hasta el día siguiente).

En cuanto vi las escaleras no pude evitar bajarlas a saltos de dos en dos,con las manos puestas en las asas de mi mochila para que no resbalara,haciendo una rápida regresión a mi infancia.No había eso desde los nueve años.
No me di cuenta de que,tras dos tramos de escaleras,caí doblando las rodillas junto con la figura de alguien sentado; no me costó mucho espabilarme de nuevo y darme cuenta de que era mi profesor de español en el instituto.Ese día no estaba para mis típicas formalidades o mi constante timidez,que se multiplicaba ante un profesor; hoy estaba extrañamente contenta,no pensaba cohibirme.Además,ambos manteníamos una relación más que agradable.Le había sacado del atolladero alguna que otra vez en clase.
Me incline por la cintura hasta inclinarme a la altura de su cara,dejando caer mi larga melena hacia atrás como una cortina.
-Buenas tardes.-soné alegre hasta a mis oídos.Me agaché hasta sentarme a su lado,dejando a un lado la mochila.-¿Le hago compañía?-no podía abandonar los buenos modales y hablarle de usted,era típico en mi por muchas confianzas que me tomara.